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miércoles, 22 de agosto de 2012

Un cocido de altura - Casa LAMADRID en Cahecho (Cantabria)

Hemos pasado unos días en Cantabria en casa de unos grandes amigos, con actividades de todo tipo, y entre esas actividades, Angel Luis, gran organizador de todo tipo de eventos y del que tanto he aprendido, no solo en nuestra etapa de profesionales trabajando en la misma empresa, sino posteriormente en nuestras relaciones de ocio y sobre todo de AMISTAD, no se podía olvidar de organizar un cocido. Y nos ha llevado a un restaurante escondido en la montaña cántabra, un descubrimiento de su suegro (Q.E.P.D.) y que era además de una persona maravillosa, un gran conocedor de lugares de interés en toda la zona.
Además de ser un lugar alejado de las urbes, y disponer de un restaurante de calidad, por lo que mostraré a lo largo del post, posee unas vistas 'escandalosamente' bellas, y si encima vas con un fotógrafo que sabe hacer panorámicas como esta:
Y además de saber hacerlo, me lo ha enseñado, y espero haber aprendido, en unos días realizaré mis prácticas.
Pero a lo que vamos, al continente, al contenido y al servicio. El restaurante, un precioso edificio típico de la zona, decorado con unas radiantes petunias, es en su interior un pequeño restaurante 'con categoría', y un servicio de calidad y atención típico de restaurantes de calidad.

Le preguntamos al maitre, el origen de tener como plato estrella el cocido 'estilo' madrileño en la carta, y nos comentó, que cuando iniciaron la aventura de la restauración, su madre se empeñó en que ese fuera su plato, porque era el que mejor sabía hacer ella, y a fé nuestra que así era.
La carta de vinos no es tan abundante como pudiera tenerla un restaurante de similar categoría en un entorno urbano, pero sí suficiente para que el cliente encuentre vinos de distintas categorías y denominaciones de origen y elija, como lo hicimos nosotros, que nos 'decantamos' por este Viña Tondonia:

Y comenzamos con la sopa, que sin ser una sopa 'maravillosa', tenía una característica especial, y era el color de la grasa que la acompañaba, rojiza choricera, y a mi que me gusta tanto el chorizo, aunque lo como tan poco, me resultó novedoso. El fideo, perfecto en cantidad y punto, y la temperatura perfecta para mí, pero yo sé que en este caso, no es la temperatura adecuada para la mayoría, que la prefieren más caliente.


Este cocido se sirve en dos vuelcos, pero muy fácil de dividir en tres, por lo que yo procedo a hacerlo como me gusta, mi segundo vuelco consistía en los garbanzos, el repollo y la bola o relleno. Es extraño no encontrar en un cocido el típico trozo de patata y las ruedecitas de zanahoria, y en este cocido no estaban, pero para mi son aderezos 'sin importancia' si el sabor de los garbanzos y el resto de viandas es el adecuado. Tanto garbanzos como repollo con un sabor exquisito, los garbanzos en el punto adecuado, y el repollo con algo 'especial', que no sé si será por ser de una zona muy ecológica, el caso es que estaba espectacular, la bola con un sabor 'estándar', cumplía con su cometido.


Y pasamos al tercer vuelco, donde encontramos algunas diferencias con el típico cocido madrileño, la primera, la ausencia de huesos de caña, que para mí es la más 'dolorosa', la segunda la ausencia del pollo o gallina que se utilizó en el caldo, aspecto que yo aplaudo, porque nunca como esa carne, ya que se queda insípida, todo su sabor pasó a garbanzos y resto de ingredientes, la tercera, la ausencia de morcilla, detalle que a mi me parece correcto, porque la morcilla es prescindible en el cocido, y la última diferencia es la sustitución de las puntas de jamón, por cecina, todo un acierto en una zona tan cercana a donde hacemos la mejor cecina del mundo, El Bierzo, la tierra que me vio nacer.


Y puestas las diferencias entre este y el 'típico' cocido madrileño, el chorizo, estupendo, del morcillo había dos tipos uno más meloso que el otro, pero podemos decir que las carnes buenas, la cecina, excelente, no se puede esperar nada malo de un producto como este, que en mi casa, no falta nunca, pero para comer curada. Confieso que repetí garbanzos con el tercer vuelco, porque las mujeres comen la mitad que los hombres, y me daba corte que quedaran tantos garbanzos, y dejo para el cierre lo que normalmente dejo para el precierre, el tocino suele ser lo que me tomo antes de los huesos de caña que son mi cierre 'habitual', como en esta ocasión no había, lo hice con el tocino, y casi no noté diferencia con un cierre normal porque el tocino estaba 'espectacular'.

Hubo quien se pudo tomar detrás un postre, yo me limité a mi café 'rebajado' con orujo de la zona.

En resumen un cocido espectacular, que borró definitivamente de nuestras memorias otro cocido, de infausto recuerdo, que nos habíamos tomado los mismos comensales seis meses atrás. Un restaurante con un servicio muy esmerado, un trato cordial y cercano, una cocina excelente y rematado con una relación calidad/precio buenísima, y que no me extraña que esté siempre lleno a pesar de lo recóndito del lugar. Las vistas se pueden ver en la primera foto de este post, pero podéis ver mas vistas y mucha más información en su página web, aunque lo mejor es verlo en directo y disfrutarlo in situ. De verdad, MUY RECOMENDABLE.



3 comentarios:

  1. Estupenda reseña de un estupendo restaurante en un sitio espectacular. Y lo mejor el poder corroborar todo lo mencionado y haber podido disfrutar de todo ello: sitio, comida y, sobre todo, la compañía.

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  2. Me gusta hacer posts buenos, pero nunca perfectos, porque cuando alcanzas la perfección, malo....
    Y claro, lo que se me olvidó fue lo que matiza Angel Luis, el gozo de la compañía.

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  3. Cómo se cuidan ustedes... y qué largos nos pones los dientes con estas entradas, Miguel Angel. Aunque sean las cuatro y media de la tarde,a Dios pongo por testigo de que nos tomaríamos un cocido con mucha gana.
    Un saludo,
    Patricia

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